worldcantwait.org
ESPAÑOL

Español
English-LA
National World Can't Wait

Pancartas, volantes

Temas

Se alzan las voces

Noticias e infamias

De los organizadores

Sobre nosotros

Declaración
de
misión

21 de agosto de 2015

El Mundo no Puede Esperar moviliza a las personas que viven en Estados Unidos a repudiar y parar la guerra contra el mundo y también la represión y la tortura llevadas a cabo por el gobierno estadounidense. Actuamos, sin importar el partido político que esté en el poder, para denunciar los crímenes de nuestro gobierno, sean los crímenes de guerra o la sistemática encarcelación en masas, y para anteponer la humanidad y el planeta.




Del directora nacional de El Mundo No Puede Esperar

Debra Sweet


Invitación a traducir al español
(Nuevo)
03-15-11

"¿Por qué hacer una donación a El Mundo No Puede Esperar?"

"Lo que la gente esta diciendo sobre El Mundo No Puede Esperar


Gira:
¡NO SOMOS TUS SOLDADOS!


Leer más....


Los hombres viejos y rotos de Guantánamo

22.5.23
Andy Worthington

Traducido del inglés para El Mundo no Puede Esperar 20 de junio de 2023


Abd al-Hadi al-Iraqi, el más incapacitado físicamente de los 30 prisioneros que siguen en Guantánamo, cuyo tratamiento médico inadecuado en la prisión fue recientemente condenado en un duro reporte de la ONU.

En meses recientes, una historia que seguido está sumergida en Guantánamo — el envejecimiento de las víctimas de tortura con requerimientos médicos complejos en aumento, atrapados en un sistema judicial fragmentado y la inhabilidad del gobierno estadounidense para cuidarlos de manera adecuada — ha resurgido a través de un número de reportes que están, finalmente, alumbrando los aspectos más obscuros de un maligno experimento de 21 años que, a lo largo de todo este tiempo, ha arrastrado los nichos más obscuros de la captividad estadounidense.

A través de los años, aquellos de nosotros que hemos dedicado nuestras energías a cerrar la prisión en Guantánamo hemos tendido a enfocarnos en la liberación de los prisioneros que no han sido acusados de algún crimen, desde los años de Bush, cuando, sin mucha resistencia, George W. Bush liberó a dos tercios de los 779 hombres y niños abatidos de manera tan fortuitamente en los años posteriores a los ataques el 11/9 y la invasión encabezada por Estados Unidos de Afganistán, sacando prisioneros de Guantánamo ha sido, cada vez más, parecido a sacar sangre de una piedra.

Aparte de un breve periodo de tiempo, del 2008 al 2010, cuando la ley finalmente llegó a Guantánamo a través de habeas corpus (antes de que los cínicos jueces de apelaciones la quitaran nuevamente), salir de Guantánamo ha involucrado sobrepasar la inercia del gobierno (de varios años bajo Obama) o de abierta hostilidad (con Trump), repetidos procesos de revisión administrativos caracterizados de extrema cautela en relación a los prisioneros jamás acusados de algún crimen y contra quienes la supuesta evidencia es, por decir algo, dudosamente (que llevó a más de 60 hombres adecuadamente descritos por los medios como “prisioneros para siempre”), en docenas de casos en los que, cuando finalmente se aprobó la liberación debido a la falta fundamental de evidencia, los hombres en cuestión han tenido que esperar (a menudo por años) por nuevos hogares en terceros países.

Esto se debe a una variedad de razones: debido a que todo el establecimiento de EE.UU. se ha negado a aprobar enviarlos a un país considerado como riesgo de seguridad (en el caso de Yemen), porque es referido como inseguro enviarlos a casa (más notablemente en el caso de los 22 uigures de Guantánamo), porque no tenían país (en el caso de algunos palestinos, el rechazo de Israel a permitirles regresar a casa) o porque los republicanos insertaron disposiciones jurídicas anualmente en la Ley de Autorización de Defensa Nacional (National Defense Authorization Act) que previene la repatriación a un número de países prohibidos, incluyendo Afganistán, Libia, Somalia y Sudán.

Cuando Joe Biden se convirtió en presidente, heredando 40 prisioneros de Donald Trump, el gobierno finalmente reconoció que era inaceptable seguir deteniendo a los “prisioneros para siempre” de manera indefinida sin cargos ni juicio y que 19 de los 22 “prisioneros eternos” todavía detenidos en enero del 2021 han sido aprobados para liberación, aunque la inercia típica en relación a Guantánamo y toda una nueva serie de problemas de reubicación crecieron a raíz de que estos hombres fueron aprobados para liberación significa que la mayoría de ellos siguen detenidos.

Sin embargo, la prisión ahora alberga sólo a 30 hombres y, con 16 de ellos aprobados para liberación — aunque los activistas todavía necesitan seguir martillando> al gobierno para lograr su liberación, en base a que salir de Guantánamo sigue siendo como sacar sangre de una piedra — ahora hay una oportunidad, como nunca antes, de enfocarse en los otros 14 hombres detenidos, que mayormente son “detenidos de alto valor”, detenidos y torturados en “sitios negros” de la CIA, a menudo por varios años, antes de su llegada a Guantánamo entre el 2006 y 2008 y levantaron preguntas incómodas para el gobierno en cuanto al estado en el que están, física y mentalmente, y lo que los oficiales pretenden hacer con ellos.

Seis de ellos fueron acusados en el 2008 — cinco, incluido Khalid Sheikh Mohammed, en conexión con los ataques del 11/9 y otro, Abd al-Rahim al-Nashiri, en conexión con el ataque al USS Cole en el 2000. Gobiernos sucesivos — desde Bush a Obama y de Trump a Biden — han sugerido que poner a estos hombres en juicio demuestra que algo parecido a la justicia existe en Guantánamo, pero sus casos han estado atorados por 15 años en audiencias previas sin fin tipo “el día de la marmota”, mientras sus abogados buscan exponer la tortura a la cual fueron sujetos, mientras que los fiscales buscan esconderla.

En junio del 2013, un séptimo prisionero, Abd al-Hadi al-Iraqi, otro “detenido de alto valor” que llegó a Guantánamo en el 2007, también fue acusado (y aceptó un acuerdo negociado en junio) y en enero del 2021, justo mientras Trump dejaba el poder, tres otros “detenidos de alto valor” transferidos a Guantánamo desde “sitios negros” en septiembre del 2006 — Riduan Isamuddin (también conocido como Hambali), in indonesio y dos malayos, Modh Farik Bin Amin y Mohammed Bin Lep — también acusados.

Tres de los otros cuatro hombres son “prisioneros para siempre”, incluido Abu Zubaydah, para quien el programa de tortura de la CIA post 11/9 fue desarrollado, en la errónea creencia de que era el número tres de al-Qaeda y el cuarto es Ali Hamza al-Bahlul, que está cumpliendo una sentencia de vida, en confinamiento solitario, después de un juicio unilateral en el que se reusó a defenderse en octubre del 2008.

Confidencialidad obsesiva

Guantánamo siempre se ha definido por su confidencialidad. Aparentemente, esto ha sido por razones de seguridad nacional, pero el tiempo ha pasado y se ha vuelto evidente que la confidencialidad es principalmente un escudo diseñado para prevenir responsabilidad.

Tomó casi dos años y medio desde la apertura de la prisión, el 11 de enero del 2002, para que los abogados lograran una victoria en la Suprema Corte, en Rasul v. Bush, en junio del 2004, que les permitiera finalmente comenzar a representar a hombres detenidos en Guantánamo e incluso en ese momento cada palabra de las notas escritas a mano que tomaron en las reuniones con sus clientes fue presuntamente clasificadas. Los abogados tenían que entregar sus notas después de cada cita y tenían que viajar a un lugar seguro del Pentágono en Virginia para verlas y enterarse si el contenido había sido posteriormente desclasificado por un equipo de revisión del Pentágono.

En los casos de la masa de prisioneros ordinarios en Guantánamo — soldados mal caracterizados como terroristas, civiles recogidos por error — algunas de estas notas fueron posteriormente desclasificadas y parte de la información en ellas eventualmente hizo su camino a los medios mainstream, ayudando a revelar aspectos de las verdades escondidas de Guantánamo.

Desde el inicio, sin embargo, cada palabra pronunciada entre abogados y los “detenidos de alto valor” permaneció clasificada, evitando ampliamente que el mundo exterior supiera algo acerca de ellos.

Mientras algo de información filtrada durante las interminables audiencias pre-juicio, a través de la tenacidad de algunos abogados de los prisioneros (el reporte del ICRC, basado en entrevistas con los “detenidos de alto valor” después de su llegada a la prisión e septiembre del 2006, causó oleadas de shock cuando fue filtrado en el 2009), no fue, sino hasta su publicación, en diciembre del 2014, del resumen ejecutivo del reporte extraordinario del Comité de Inteligencia del Senado acerca del programa de tortura de la CIA que algunos horrores particulares se hicieron públicos, en particular, en los “sitios negros”, entre todas las amenazas de muerte, desnudez forzada, privación del sueño, violencia física y submarino (tortura con agua) interrogadores también realizaron exámenes rectales con “fuerza excesiva” y algunos prisioneros fueron violados analmente con comida, con sus comidas hechas puré insertadas en sus rectos.


Mustafa al-Hawsawi, fotografiado en Guantánamo por el Comité Internacional de la Cruz Roja

Descrito por el Guardian en ese momento “los prisioneros fueron sujetos a ‘alimentación rectal’, sin necesidad médica” y otro prisionero, Mustafa al-Hawsawi, uno de los cinco hombres acusados de estar involucrados en los ataques del 11/9, fue “diagnosticado después con fisuras anales, hemorroides crónicas y ‘síndrome de prolapso rectal’”. En el 2016, cuando la situación médica de al-Hawsawi era tan severa que se necesitó cirugía rectal, su abogado defensor Walter Ruiz les dijo a los reporteros que al-Hawsawi “fue torturado en sitios negros. Fue sodomizado”. Ruiz les recomendó que “no usaran término somo penetración rectal o rehidratación rectal porque en realidad fue sodomía”, añadiendo que, como resultado de su tortura, él tuvo que “reinsertar manualmente partes de su cavidad anal” para poder defecar.

Empeorando las cosas, Guantánamo no está adecuadamente equipado para lidiar con ningún tipo de cirugía complicada. Si el personal de la base enfrentaba cualquier queja médica complicada, eran volados al territorio para tratamiento, pero para los prisioneros no era posible — y todavía no lo es al día de hoy. Desde el 2010, disposiciones jurídicas en la Ley Nacional de la Autorización de Defensa previenen que cualquier prisionero de Guantánamo sea enviado al territorio estadounidense por cualquier motivo, incluyendo tratamiento médico urgente que no está disponible en la base naval.

El progresivo y alarmante deterioro físico de Abd al-Hadi al-Iraqi

A pesar de las asquerosas revelaciones, sin embargo, ha tomado más años para que la prohibición de que los prisioneros reciban tratamiento médico en el territorio estadounidense resultara en repudio internacional, aunque ha sido evidente desde el 2017 que Abd al-Hadi al-Iraqi, quien tiene una condición degenerativa de espina dorsal, y es el prisionero más físicamente incapacitado y envejecido de Guantánamo, enfrente parálisis por culpa de la prohibición.

Aunque “fue diagnosticado con estenosis espinal en septiembre del 2010”, como explica el Centro para Víctimas de Tortura (Center for Victims of Torture), al-Iraqi (cuyo nombre real es Nashwan al-Tamir, de 61 ó 62 años) “no recibió tratamiento quirúrgico hasta que su condición se convirtió en severa siete años después, cuando ‘comenzó a experimentar pérdida significativa de sensación en ambos pies y control de esfínteres’”. Subsecuentemente “recibió cuatro cirugías adicionales realizadas en Guantánamo por especialistas foráneos”, debido a la prohibición, pero sigue sufriendo y podría necesitar cirugía adicional.

El pasado mes de junio, al-Iraqi, quien parece haber sido un comandante militar en lugar de alguien involucrado en terrorismo, aceptó un acuerdo negociado, sobre el cual reporté aquí, y que, es justo decir, fue ofrecido sin duda por las autoridades estadounidenses porque no quieren publicidad negativa acerca de otro prisionero muerto en Guantánamo o que termine completamente paralizado. Bajo los términos del acuerdo negociado, será elegible para ser liberado en junio del próximo año, dándole tiempo al gobierno estadounidense para “encontrar una nación compasiva que lo reciba y le dé cuidado médico de por vida”, explicó Carol Rosenberg para el New York Times, así como detenerlo mientras cumple el resto de cualquier sentencia que sea decidida para él por el jurado militar, aunque es posible encontrar a un país adecuado es otro asunto.

En enero de este año, un número de expertos de derechos humanos de la ONU, incluyendo al relator especial en la promoción y protección de derechos humanos y libertades fundamentales mientras contrarrestando el terrorismo, Fionnuala Ní Aoláin, finalmente condenaron al gobierno estadounidense por el tratamiento de al-Iraqui en un reporte de 18 páginas que fue presentado el 11 de enero (el día del 21º aniversario de la apertura de la prisión), después de que tuviera su séptima cirugía, que no fue hecha pública hasta finales de marzo.

En el reporte, expertos expresaron su preocupación “en relación a la situación de salud declinante del Sr. al-Tamir derivada de la supuesta falta de disponibilidad, servicios de cuidado accesible y adecuado, tratamiento, diagnósticos e instalaciones razonables requeridas debido a su incapacidad, trauma mental y físico, edad mayor, religión y nacionalidad, entre otros”, y también expresaron su preocupación acerca de su salud mental, acerca del “uso de fuerza y tratamiento degradante” y “los impactos negativos potenciales en su condición de salud, su acceso a la justicia y el derecho a una defensa completa”.

Fionnuala Ní Aoláin visitó Guantánamo posteriormente, en la que es la primera visita jamás realizada por un experto de la ONU, porque todos los intentos anteriores habían sido impedidos “por la hostilidad del gobierno estadounidense o porque, por parte de los oficiales, no pudieron ofrecer garantías de que las reuniones con los prisioneros no serían monitoreadas”, como expliqué en un artículo en febrero y su reporte, cuando sea emitido, sin duda contribuirá significativamente a aumentar la presión sobre el gobierno de Biden para que libere a todos los que no han sido acusados y para encontrar una solución aceptable y humana a los casos de aquellos atrapados en el inadecuado sistema de juicio de comisión militar.

La verdad escondida acerca del daño cerebral infringido a Ammar al-Baluchi por la CIA



Ammar al-Baluchi, quien sufrió de daño cerebral como resultado de tortura por parte de la CIA en “sitios negros” antes de su llegada a Guantánamo en septiembre del 2006.

El caso de Al-Iraqi no es el único que ha surgido de la secrecía atrapada en Guantánamo para avergonzar al gobierno estadounidense. El marzo pasado, justo antes de que se anunciara su acuerdo negociado, algunos de los abogados tenaces que mencioné anteriormente — el equipo legal de Ammar al-Baluchi, uno de los cinco hombres acusados de participar en los ataques del 11/9 — aseguraron acceso a un reporte del Inspector General de la CIA del 2018, que previamente les escondieron, en el que, como describe el Guardian, se concluye que al-Baluchi, desnudo, “fue usado como un maniquí vivo para enseñarle a los interrogadores en entrenamiento, que se formaban para tomar turnos en golpear su cabeza contra la pared de madera contrachapada, dejándolo con daño cerebral”.

El alcance del daño cerebral fue revelado cuando un neuropsicólogo “realizó una resonancia magnética en la cabeza de Baluchi a finales del 2018”, como describió el Guardian, y “encontró ‘anormalidades’ indicando daño cerebral de moderado a severo’ en partes de su cerebro, afectando la formación de recuerdos y recuperación al igual que la regulación del comportamiento”. El especialista también descubrió que “las anormalidades observadas eran consistentes con herida cerebral traumática”.

En enero de este año, se descubrieron más problemas de salud de al-Baluchi cuando una resonancia magnética reveló que tiene un pequeño tumor localizado en su columna. Como explicó el Middle East Eye, expertos médicos independientes dijeron que era “probable que fuera un meningioma vertebral”, que normalmente es benigno, pero que “eventualmente afectará los nervios motores o sensoriales mientras crece” — destacando, nuevamente, el desafiante ambiente médico en Guantánamo, mientras surgen los siempre crecientes problemas médicos.

El equipo de defensa de Al-Baluchi es encabezado por James Connell y Alka Pradhan, a quienes conozco desde hace muchos años y, en marzo, cuando me reuní con Connell cuando él visitó Londres, se me ocurrió el título para este artículo durante una discusión acerca del sufrimiento de los prisioneros que están envejeciendo en Guantánamo, el fracaso de las autoridades estadounidenses en brindarles el tratamiento adecuado y otro hecho poco conocido — que estos hombres pueden parecer más viejos de lo que son. En el 2014, cuando Abd al-Hadi al-Iraqi fue procesado, Carol Rosenberg reportó que “parecía significativamente más viejo que su foto pre-captura”, y cuando Connel describió a al-Beluchi para mí como un hombre viejo, física y mentalmente, añadió rápidamente que sólo tiene 45 años.

El mes pasado, Patrick Hamilton, jefe del Comité Internacional de la Cruz Roja para la delegación de Estados Unidos y Canadá, visitó Guantánamo durante una de las visitas regulares del ICRC, por primera vez desde el 2003, cuando era un intérprete pashtu a principios de su carrera y notó que, en un extraña declaración pública del ICRC, “me golpeó en particular cómo aquellos que siguen detenidos están experimentando síntomas de envejecimiento acelerado, empeorados por los efectos acumulados de sus experiencias y años en detención”, añadiendo que “sus necesidades de salud física y mental están creciendo y convirtiéndose cada vez más en desafiantes”.

Hamilton también mencionó que “mientras que las autoridades actuales están ofreciendo algunas soluciones temporales, existe una necesidad para un enfoque más comprensivo si Estados Unidos continúa a detenerlos por más años” y, como continuó explicando, “todos los detenidos deben recibir cuidado médico adecuado que sea para condiciones mentales y físicas en deterioro — ya sea en la base naval de la bahía de Guantánamo o en otro lugar. Esto incluye emergencias médicas. Al mismo tiempo, se debe dar consideración a adecuar la infraestructura para las necesidades cambiantes de los detenidos e incapacidades, así como las reglas que gobiernan sus vidas diarias”.

Acuerdos negociados

Las observaciones y sugerencias del ICRC, por supuesto, añadirán presión sobre el presidente Biden para que resuelva asuntos relacionados al cuidado de prisioneros que están envejeciendo, que, hasta que su administración tomó el poder, habían sido amplia o completamente ignorados, aunque, como mencionó el autor estadounidense Moustafa Bayoumi en un gran perfil de Ammar al-Baluchi publicado en el Guardian la semana pasada, un paso hacia adelante fue tomado en marzo del 2022, cuando los fiscales en las comisiones militares, conmovidos por un devastador recuento de tortura que dio Majid Khan, un ex mensajero arrepentido de al-Qaeda, en su sentencia en octubre del 2021 y que llevó a siete de ocho oficiales en su jurado militar a recomendar clemencia, finalmente reconocieron que su muy anhelado sueño de exitosamente condenar y ejecutar a KSM y a sus cuatro supuestos cómplices fue insostenible y que los acuerdos negociados era la única manera de continuar hacia adelante.

Como explicó Moustafa Bayoumi, “en marzo del 2022, el gobierno se acercó a los equipos defensores en el juicio del 11/9 para acuerdos negociados. Mientras que los detalles no han sido hechos públicos, los amplios contornos han sido reportados. Los hombres se declararían culpables y, el gobierno, a cambio, dejaría de buscar la pena de muerte. Desde que el congreso pasó la ley prohibiendo cualquier transferencia de detenidos al territorio estadounidense, las sentencias probablemente se terminarían de servir en Guantánamo. La duración de la sentencia sería trabajada de manera individual para cada uno de los cinco”.

Bayoumi también explicó que los legisladores también tendrían que estar involucrados en tomar decisiones acerca de muy específicas “condiciones de confinamiento, rehabilitación de tortura y cuidado médico adecuado” que sería necesario para que los acuerdos fueran exitosamente negociados, aunque, después de 14 meses, nada se había escuchado de Caroline Krass, la consejera general del Departamento de Defensa, que tendría que estar de acuerdo con las propuestas y quien, “tal vez problemáticamente”, como lo puso Bayoumi, “también fue consejera general de la CIA entre 2014 y 2017”.

A pesar del retraso, no veo cómo las soluciones destacadas arriba, que también cuentan con el apoyo de la ONU y el ICRC (por sus siglas en inglés) pueden ser, al final, evitadas, con los acuerdos negociados también extendidos a Abd al-Rahim al-Nashiri, Hambali y sus dos supuestos cómplices y con Ali Hamza al-Bahlul en confinamiento solitario al que ha sido sujeto por los últimos 14 años y medio, no por diseño, per se, como expliqué en un artículo en diciembre, pero porque el colapso general de las comisiones militares significó que otros prisioneros que supuestamente compartirían su celda jamás se materializaron.

Los “prisioneros para siempre” que quedan

Además, planes para un centro pueden dar “rehabilitación de tortura y cuidado médico adecuado”, pero sin ser una prisión, podría ser la única solución práctica para los otros hombres todavía detenidos para quienes la liberación parecería improbable — algunos, o los tres que quedan como “prisioneros para siempre”.


Abu Zubaydah fotografíado en Guantánamo en años recientes.

De los tres, por mucho el más conocido es Abu Zubaydah, la primera víctima del programa de tortura, estuvo cuatro años y medio en “sitios negros” de la CIA antes de ser transferido a Guantánamo en septiembre del 2006 con otros 13 “detenidos de alto valor”. En detalle forense, Cathy Scott-Clark y Adrian Levy, unieron la historia más inaguantable de su tortura para el libro publicado el año pasado titulado “The Forever Prisoner” y el documental del mismo nombre también realizado por Alex Gibney.

Más recientemente, como reporté en detalle el mes pasado en un artículo titulado “Las Naciones Unidas condenaron el encarcelamiento de 21 años de Abu Zubaydah como detención arbitraria y sugiere que el sistema de detención de Guantánamo “podría constituir crímenes de lesa humanidad”, el Grupo de Trabajo en Detención Arbitraria de la ONU concluyó que su encarcelamiento de 21 años constituye detención arbitraria y exigieron su liberación y compensación por el calvario que le destruyó la vida, y justo la semana pasada hubo un renovado enojo por su tratamiento y todo el programa de tortura post 11/9, cuando el Centro de Política e Investigación de la Universidad de derecho Seton Hall en Estados Unidos, cuyo director, Mark Denbeaux, es uno de sus abogados, publicó un nuevo reporte acerca de su tortura, ilustrado con sus propios dibujos, que fue publicado por el Guardian y retomado en todo el mundo.

Sin embargo, si bien no dudo que el gobierno de Biden será sacudido por el reporte de la ONU en particular, el cual describí como “la condena más devastadora por parte de un cuerpo internacional que jamás ha sido emitida en relación a las políticas de detención en la ‘guerra contra el terror’, tanto en los ‘sitios negros’ de la CIA como en Guantánamo” liberarlo — incluso si una decisión para aprobar su liberación es finalmente inminente, después de su reciente PRB (Junta de revisión periódica) en julio del 2021 que fracasó en llegar a esa decisión — no es un asunto fácil.

Aunque creció en Arabia Saudita, Abu Zubaydah no tiene nacionalidad saudí, porque sus padres eran palestinos, como resultado de, no pertenece a ningún Estado. Y, aunque exista un fuerte argumento humanitario para que un tercer país le ofrezca un nuevo hogar, es, siendo honesto, difícil imaginar que un país se ofrezca ayudarlo sin que Estados Unidos se embarque en una ofensiva de encanto — que involucre beneficios indecibles para el país anfitrión — que recientemente se realizó para asegurar la reubicación de Majid Khan a Belice, en la cual, en el caso de Abu Zubaydah, requeriría que el gobierno estadounidense repudiara de manera muy pública todos los alegatos equivocados que ha hecho a través de los años acerca de su participación con al-Qaeda, potencialmente abriendo las compuertas de para reclamos de encarcelamiento ilegal que sin duda quieren mantener controlados, de ser posible.

Sospecho otros dos “prisioneros para siempre” también enfrentan problemas similares — Abu Faraj al-Libi, otro “detenido de alto valor” llevado a Guantánamo en septiembre del 2006 y Muhammad Rahim, un libio también referido como “detenido de alto valor” que fue el último en llegar a Guantánamo, en marzo del 2008.

A Al-Libi, quien también sufre de problemas relacionados con su tortura, le aprobaron su encarcelamiento en curso sin cargos ni juicio por una PRB el pasado mes de agosto, en base a su supuesta participación con al-Qaeda, mientras que Rahim, también acusado de lo mismo, tuvo su encarcelamiento en curso sin cargos ni juicio sostenido en abril. Incluso si ambos hombres aseguraran una recomendación para liberación en sus próximas PRBs, realmente ninguno puede ser repatriado, y, al igual que con Abu Zubaydah, es difícil imaginar que un tercer país se postule como voluntario para ofrecerles un nuevo hogar sin un nivel alto de extraordinaria intervención en los más altos niveles del gobierno.

Además, de los 16 hombres todavía detenidos que han sido aprobados para ser liberados, pero continúan encarcelados, dos — un tunecino y un musulmán de Rohingya que, se reportó, tiene ciudadanía paquistaní — también son particularmente problemáticos para la autoridad, porque, aunque fueron aprobados para liberación hace más de 13 años, se han reusado persistentemente a participar con las autoridades en relación a su liberación. También sospecho que uno o dos podrían tener problemas si son reubicados, ya sea por motivos de salud que requieren apoyo considerable por parte del país anfitrión o debido a asociaciones terroristas todavía adheridas a ellos, aunque se aprobó unánimemente su liberación por un proceso de revisión gubernamental de alto nivel.

Prácticamente, entonces, para concluir esta revisión de los obstáculos que todavía se interponen en el camino del cierre de Guantánamo, la conclusión más realista es que se tendrían que construir una prisión y una instalación que no lo sea, para poder proveer “rehabilitación de tortura y cuidado médico adecuado” por el tiempo en el que los hombres en cuestión — tal vez la mitad de los 30 que siguen ahí — permanezcan con vida.

El costo, una vez que las insanamente costosas comisiones militares sean abandonadas, será una fracción de la mitad de billón de dólares al año que actualmente cuesta operar la prisión, pero lo mínimo que el gobierno puede — y debe — proveer como precio de su responsabilidad por romper las leyes domésticas e internacionales y tratados en relación a los prisioneros y su tratamiento después del 11/9.


 

¡Hazte voluntario para traducir al español otros artículos como este! manda un correo electrónico a espagnol@worldcantwait.net y escribe "voluntario para traducción" en la línea de memo.

 

¡El mundo no puede esperar!

E-mail: espagnol@worldcantwait.net